En el capítulo "Del Conocimiento Al Autoconocimiento: El Viaje Hacia El Alma", mencioné que al apagar la lógica humana podemos acceder a nuestro alma y encontrar respuestas a cualquier duda, ya que estamos conectados con la Divinidad que posee todo conocimiento. Antes de adentrarnos en los detalles sobre la meditación y su poder, quisiera hablar brevemente sobre el cerebro humano en términos generales.
El cerebro se divide en dos hemisferios: el derecho y el izquierdo. Cada hemisferio tiene diferentes funciones y habilidades. El hemisferio izquierdo está asociado con el pensamiento lógico, el razonamiento analítico, el lenguaje y las habilidades matemáticas. Además, controla la parte derecha del cuerpo.
Por otro lado, el hemisferio derecho está más relacionado con el pensamiento creativo, la intuición, la percepción espacial y las habilidades artísticas. Es responsable de tareas como el reconocimiento facial, la interpretación de emociones, la apreciación de la música, la imaginación y la resolución de problemas visuales. Además, controla la parte izquierda del cuerpo.
Estos dos hemisferios están compuestos por millones de neuronas cargadas de iones, que son átomos o grupos de átomos con carga eléctrica. En otras palabras, nuestro cerebro está lleno de energía. Cada día, millones de microvoltios fluyen a través de nuestra mente gracias a nuestros pensamientos y emociones. (En otro capítulo profundizaré en la importancia de los pensamientos).
Como mencioné anteriormente, al activar la glándula pineal, que es el corazón de nuestra alma, accedemos a nuestra divinidad interna y nos conectamos con Dios. La clave radica en apagar la lógica humana y buscar en nuestro interior. La lógica humana reside principalmente en el hemisferio izquierdo, en el lóbulo frontal del cerebro, y debemos adormecerla para acceder al subconsciente.
Cuando cerramos los ojos en la oscuridad, la falta de luz estimula la producción de melatonina en la glándula pineal. Esta producción aumentada de melatonina durante la noche ayuda a promover la relajación y prepara nuestro cuerpo para el sueño. Es en este punto donde se apaga la lógica humana. Por lo tanto, comúnmente se conoce a la melatonina como "la hormona de la noche" debido a su función en la regulación del ritmo circadiano y la promoción del sueño.
La exposición a la luz, especialmente la luz brillante durante el día, inhibe la producción de melatonina, manteniéndonos alerta y despiertos. Por esta razón, se acostumbra meditar con los ojos cerrados y con poca luz. Esta práctica, que también se encuentra en la tradición cristiana, se puede observar en los pasajes bíblicos que hacen referencia a la meditación de Jesús, a los cuales hago mención al final de este escrito.
Es importante destacar que cerrar los ojos en un ambiente oscuro ayuda a reducir la exposición a la luz, lo cual puede contribuir a estimular la producción de melatonina. No obstante, es crucial complementar esta práctica con técnicas de respiración para lograr adormecer la lógica de la mente.
Una vez que hemos cerrado los ojos, debemos enfocar nuestra atención en la respiración y regular su patrón. Esto nos permite inducir relajación en el cuerpo. Por ejemplo, la respiración abdominal profunda y lenta está asociada con la activación del sistema nervioso parasimpático, que promueve la relajación y reduce el estrés. Al mantener una respiración consciente y controlada, podemos calmar la mente y entrar en un estado de mayor tranquilidad y concentración, dejando de lado las preocupaciones del día a día.
Después de controlar la respiración, debemos sincronizar nuestro corazón con nuestro cerebro para entrar en un estado de coherencia. Esta conexión se conoce como coherencia cardíaca y se refiere a un estado en el cual el corazón y el cerebro están en sincronía y trabajan en armonía. La coherencia cardíaca se logra cuando la variabilidad del ritmo cardíaco (los intervalos de tiempo entre los latidos) es regular y se adapta a la respiración y a las emociones positivas. Al practicar técnicas que se centran en la respiración y generan emociones positivas, podemos facilitar la coherencia cardíaca, lo que beneficia al sistema nervioso, equilibrio emocional y claridad mental.
Para generar emociones positivas durante la meditación, cada vez que respiramos, podemos expresar gratitud a Dios por todo lo que tenemos. En cada respiración, agradecer por algo bueno en nuestra vida. Podemos empezar dando gracias por estar vivos, por tener alimentos, por tener una familia, por poder movernos, entre otras cosas. Siempre hay algo por lo que dar gracias. Además, podemos enfocar nuestros pensamientos en cosas amorosas o en personas que amamos mientras respiramos y mantener una leve sonrisa. Todo esto nos ayuda a alcanzar la sincronización corazón-cerebro y apagar la lógica humana para conectarnos con nuestro alma.
Una vez que logramos conectarnos con nuestro alma, nos daremos cuenta de que somos pura consciencia. Olvidaremos nuestro cuerpo físico y los problemas mundanos, y estaremos inmersos en un espacio o dimensión donde solo existe nuestra consciencia navegando. Es ahí donde encontramos la energía de Dios, hablar con Él, y en donde podemos obtener respuestas a cualquier pregunta que tengamos. Podemos preguntarnos quiénes somos, pedir soluciones a problemas o permitir que nuestra imaginación explore con la Divinidad. Pronto descubriremos que las respuestas llegarán de diferentes formas, como visiones, voces, imágenes y muchas otras posibilidades, incluso señales en el mundo tangible.
Cabe destacar que existe una conexión intrínseca entre nuestra alma y la inteligencia Divina, lo que nos permite acceder a un vasto conocimiento y sabiduría. Podemos acceder a cualquier conocimiento que deseemos porque estamos conectados con la Divinidad, con Dios, y ya que Dios lo sabe todo, podemos acceder a esa información. La realidad fundamental es energía, y como individuos, como seres energéticos, estamos interconectados con la totalidad del universo, como mencioné en el capítulo "La Conexión Divina: Chispas De La Expansión De Dios".
Es por eso que es importante meditar. Cabe mencionar que algunas religiones le llaman rezar, pero existe una gran diferencia en cómo enseñan. En el caso de la religión católica, por ejemplo, se nos enseña a rezar y encontramos algunas incoherencias en esta enseñanza. La Iglesia dice que Dios está en todas partes, lo cual es correcto porque Dios es energía y está presente en todo, pero también se nos dice que debemos ir a la iglesia para estar en su presencia. Esto plantea la pregunta: ¿está Dios en todas partes o debemos ir a la iglesia para estar con Él?
Curiosamente, encontramos en diversos escritos que Jesús solía retirarse a "orar", lo cual personalmente considero que se refiere a la práctica de la meditación. Resulta interesante notar que en la mayoría de los casos no lo hacía en un templo, sino que buscaba la oscuridad o momentos de poca luz en la naturaleza. Esto respalda la idea de que en la oscuridad se produce la melatonina, y Jesús parecía entender que en ese estado era más propicio para conectar con su alma y llegar a Dios. Algunos versículos bíblicos ejemplifican esto:
Lucas 6:12: "En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y pasó toda la noche orando a Dios".
Marcos 1:35: "Muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar".
Mateo 26:36 (NVI): "Luego llegó Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: 'Siéntense aquí mientras voy allá a orar'".
El último versículo se refiere al monte de los Olivos, antes de que Jesús fuera traicionado. Aunque no se menciona explícitamente que era de noche, los eventos que ocurrieron después, como la llegada de los soldados para arrestar a Jesús y la posterior negación de Pedro, suceden durante la noche, lo que nos da a entender que Jesús se retiró a meditar durante la noche, sin luz del día.
¿No resulta curioso que cuando Jesús oraba, era de noche? ¿No es posible que Jesús practicara la meditación utilizando la respiración, sincronizando el corazón y el cerebro, y expresando gratitud y amor para conectarse con Dios, que es energía? En mi experiencia personal con la meditación, diría que sí. Jesús meditaba, pero la Iglesia lo llama orar, y en la actualidad, no enseña adecuadamente esta práctica.
Te invito a que investigues métodos de meditación y los practiques para que puedas conectar con tu alma y con Dios.
Ahora, si buscas comprender lo que generalmente sucede en nuestro cerebro durante la meditación, sigue leyendo.
Durante la meditación, nuestras ondas cerebrales pasan por diferentes estados. Mientras estamos despiertos y activos, nuestras ondas cerebrales se encuentran en estado Beta. Sin embargo, a medida que nos adentramos en la meditación y nos enfocamos internamente, nuestras ondas cerebrales pasan al estado Alfa. Un ejemplo común es cuando estamos inmersos en nuestros pensamientos mientras conducimos y, de repente, nos damos cuenta de que hemos llegado a nuestro destino sin recordar el trayecto. En este estado Alfa, nuestra mente interna se vuelve un poco más real que el mundo externo.
A medida que profundizas en la meditación o te encuentras en un estado de semi-sueño, entras en el estado Theta. Este estado se caracteriza por ser hipnótico y altamente receptivo a la sugestión. Aunque tu cuerpo esté semi-dormido, tú estás despierto. En este estado, es posible experimentar sueños lúcidos o tener conciencia en tu subconsciente. El siguiente estado es el Delta, que corresponde al sueño profundo.
Durante la meditación, cuando entras en el estado Theta, se ha descubierto un nuevo estado llamado Gamma. Aquí, las frecuencias cerebrales son extremadamente rápidas. Hay una excitación dentro del cuerpo y tu energía comienza a ascender hacia el cerebro, cargándose con una intensa actividad eléctrica. El cerebro entra en un estado superconsciente, donde tu mundo interno tiende a ser más real que el mundo externo.
En resumen, durante la meditación, nuestras ondas cerebrales transitan desde el estado Beta hacia el estado Alfa, Theta y, posiblemente, Gamma. Cada estado tiene características únicas y se asocia con diferentes niveles de conciencia y experiencia. La meditación nos permite explorar y experimentar estos distintos estados mentales, fomentando la calma, la claridad y una mayor conexión con nuestra esencia interna, el alma.
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