Ahora que en el capítulo Domina Emociones, Controla Tu Vida hablamos de los pensamientos, quiero compartir algo interesante sobre cómo funciona nuestro cerebro. Es crucial entender que nuestro cerebro no diferencia entre afirmaciones negativas y positivas.
Por ejemplo, ¿alguna vez te han dicho "No pienses en un elefante rosa"? En ese instante, en cuestión de milisegundos, ¿qué ocurrió? Sí, pensaste en un elefante rosa, ¡a pesar de que te dijeron que no lo hicieras! Nuestra mente trabaja a una velocidad asombrosa, procesando todo lo que escucha y ve a la velocidad de la luz. Por eso, cuando alguien nos dice "no (hagas ciertas cosas)", nuestra mente capta precisamente lo que nos pidieron que no hiciéramos. Nuestro razonamiento es lo que luego nos dice que eso no debe hacerse.
Es por eso que, en los últimos años, se ha promovido el enfoque positivo al hablar con los niños, ya que su capacidad de razonamiento aún está en desarrollo. Por ejemplo, si un niño está gritando, es más efectivo decirle "Habla bajito" en lugar de "Deja de gritar". La razón es que su mente procesa la palabra "gritar", y su capacidad de razonamiento todavía no está lo suficientemente desarrollada como para comprender por completo la negación.
Este enfoque se aplica en muchas otras lecciones que los padres intentan enseñar a sus hijos. Por ejemplo, si un bebé le pega a su hermana, en lugar de decir "No le pegues a tu hermana", es más efectivo decir "Cariñitos a tu hermana". Los bebés no tienen la capacidad de razonar y su cerebro procesa la acción de golpear si se les comunica de manera negativa. No es que el niño no escuche; es que la forma de comunicar el mensaje no es la adecuada.
Siguiendo este tema, como adultos, hay una diferencia entre actuar y pensar. Por ejemplo, si alguien te dice "No saltes", tu razonamiento te dice que no saltes. Pero cuando alguien dice "No pienses en algo", es inevitable que lo pienses. ¿Recuerdas cuando te dije "No pienses en el número dos"? Seguro que en el momento en que lo leíste o escuchaste, ya habías pensado en él.
Basándonos en esto, te planteo una pregunta: si nuestras oraciones son pensamientos, ¿cómo deberíamos rezar? En un próximo capítulo, hablaré más sobre la oración y la Ley de la Atracción.
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