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EL TIEMPO COMO DICTADOR: La Influencia Invisible

Updated: Oct 23, 2023





El ser humano vive bajo la dictadura del Tiempo y su imperio, especialmente a través del reloj, una invención creada por los propios mortales para medir algo que es infinito. Desde que aprendimos a medir el Tiempo, gradualmente nos hemos sumido en nuestra propia esclavitud hacia él. Para comprender mejor qué es el Tiempo, es necesario entender su definición. Según el diccionario de la Real Academia Española, el Tiempo es:


  • La duración de las cosas sujetas a cambio.

  • Una magnitud física que nos permite ordenar la secuencia de los eventos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro, y cuya unidad en el sistema internacional es el segundo.

Existen muchas otras definiciones del Tiempo, pero al enfocarnos en las anteriores, podemos ver que el Tiempo se manifiesta en segundos, minutos y en las divisiones de pasado, presente y futuro. Es algo abstracto que no podemos ver ni tocar, solo medir. Pero, ¿qué estamos midiendo exactamente?


Retomando la premisa de que el alma es eterna, donde el Tiempo no existe, me surgen preguntas fundamentales: ¿Por qué hemos creado métodos para medir lo que llamamos Tiempo? ¿Será por miedo al desorden? ¿Será que estamos tratando de cuantificar nuestra existencia en el mundo físico? Al crear la noción de tiempo, ¿nos hemos sometido a la dictadura de un reloj que nos indica cuándo debemos llevar a cabo nuestras actividades? Si creemos en la eternidad del alma, el Tiempo carece de relevancia para nuestra esencia y se convierte en una limitación impuesta sólo a los seres mortales atrapados en esta realidad. Pero, ¿cómo y cuándo llegamos a vivir bajo la tiranía del Tiempo?


Desde la existencia de nuestro planeta, el sol ha rodeado la Tierra, asomándose por el horizonte, recorriendo nuestros cielos y ocultándose al otro lado. Este ciclo solar repetitivo despertó la curiosidad del ser humano miles de años antes de Cristo. Los babilonios y los aztecas, por ejemplo, ya contaban con calendarios solares.


Por otro lado, en el año 1500 a.C., los egipcios dividieron el intervalo entre el amanecer y el atardecer en 12 partes. La mitología griega personificó al Tiempo como el dios Cronos o Chrono, quien dirigía la rotación de la Tierra, los cielos y el flujo temporal.


A medida que los seres humanos avanzamos en nuestro conocimiento del Tiempo, desarrollamos métodos cada vez más precisos para medirlo. La insaciable curiosidad humana por entenderlo llevó a la invención de dispositivos como la clepsidra egipcia (reloj de agua), el obelisco de Luxor, las velas, el reloj de arena, el reloj astronómico, hasta llegar al reloj moderno que utilizamos hoy en día, la causa de nuestra esclavitud hacia el Tiempo.


Remontémonos a la época de la clepsidra egipcia (1530 a.C.). Los egipcios crearon una vasija de cerámica con un orificio en la base, llenaban la vasija con agua y observaban cómo el líquido se filtraba. Para marcar los periodos diurnos y nocturnos en función del flujo de agua, debían agregar marcas y ajustar el tamaño del orificio a través de ensayo y error, hasta que coincidiera con la salida y puesta del sol. El logro de medir con precisión el periodo diurno y nocturno fue sin duda un avance revolucionario para su época.


Conforme el ser humano evolucionaba y aprendía, mejoraba sus métodos para medir el Tiempo, gracias a la astronomía. Como mencioné anteriormente, las 24 horas equinocciales se dividieron en minutos, los minutos en segundos y así sucesivamente. Cada avance en la medición del Tiempo marcó un paso revolucionario que transformó la vida de la humanidad, desvelando grandes secretos y poderes de la astronomía sobre el Universo y sobre nosotros mismos.


Ahora, hablemos en términos generales sobre cómo el Tiempo ha influido en nuestras vidas. En los tiempos antiguos, cuando no podíamos medir el Tiempo con exactitud, utilizábamos el sol como nuestro reloj. A continuación, relataré una historia que ilustra cómo las personas vivían cuando el sol era su única referencia temporal. Este relato es una interpretación personal de la vida de un comerciante que utilizaba el sol como su reloj.


Historia 1: Bajo la Luz del Sol


El comerciante despertaba con los primeros rayos del sol acariciando su rostro y el aire fresco de la mañana. Al salir de su humilde casa de madera, observaba el sol asomándose en el horizonte y escuchaba el canto de los pájaros, así como el balido de las ovejas. Su amigo pescador pasaba junto a él mientras se dirigía al mar. El comerciante regresaba a casa y disfrutaba de la compañía de sus hijos, que corrían sonrientes. La mamá ya había preparado el desayuno para todos. A medida que el sol ascendía, los vecinos comenzaban a moverse, y el comerciante se dirigía al mercado. En su camino, saludaba al amigo agricultor que se disponía a trabajar su tierra. Pasaba junto al templo y la escuela, ambos cerrados a esa hora. Cuando el sol alcanzaba su punto más alto, se detenía cerca del mar para esperar a su amigo pescador. Una vez que su amigo llegaba, le compraba pescado y continuaba hacia el mercado. Mientras tanto, los niños salían de sus hogares para escuchar historias, leyendas y aprender. Al llegar al mercado, el comerciante se dirigía al establecimiento de otro amigo, donde le pagaban el pescado con monedas, mientras él se quedaba con algunos ejemplares. Al mirar el cielo, veía que el sol estaba directamente encima de él. Con dinero en mano, se paseaba por el mercado, compartía momentos con amigos y adquiría ropa para su hogar. De regreso a casa, el sol comenzaba su descenso hacia el horizonte opuesto al amanecer. En su camino, se cruzaba con viajeros que se dirigían a los barcos para zarpar al atardecer. Escuchaba el sonido de las campanas del templo que llamaba a la gente para la oración. El sol estaba a punto de ponerse cuando pasaba junto a la casa de su amigo agricultor, donde compraba algunos de sus productos. Finalmente, regresaba a su hogar con su esposa e hijos para disfrutar del atardecer y, una vez que el sol se ocultaba, la familia se retiraba a dormir.


Gracias a la inteligencia humana, evolucionamos con nuevos descubrimientos, conocimientos y creaciones. Logramos medir “el Tiempo” con mayor precisión, utilizando horas, minutos y segundos, lo que gradualmente ha transformado nuestro comportamiento y nuestras acciones hasta llegar a la realidad actual.


Historia 2: Bajo la Dictadura del Tiempo


A continuación, voy a relatar otra historia de un comerciante en la actualidad. No significa que aplique para todos; es simplemente una interpretación personal de cómo manejamos el tiempo en nuestro día a día. Los horarios y actividades que mencionaré varían según cada persona, civilización, país o cultura. Sin embargo, en general, esto servirá como una explicación de la función del Tiempo en la actualidad.


El sonido de la alarma suena junto a la cama del comerciante. Se despierta y ve que son las 6:30 am. Presiona el botón de dormitar. Quince minutos después, la alarma vuelve a sonar. Sus hijos salen corriendo para ir a la escuela, ya que deben estar allí a las 7:30 am. Su esposa se va sin desayunar debido a que se ha quedado sin tiempo. El comerciante se apresura a bañarse a las 7:40 am y cuando termina, su reloj marca las 8:10 am. Desayuna rápidamente porque debe llegar al trabajo a las 9:00 am, o de lo contrario, su jefe lo mira con desaprobación. Al salir de casa, son las 8:48 am, y conduce como si estuviera en una carrera para llegar antes que su jefe, quien a veces llega a las 9:20 am. Llega a la oficina y su celular muestra las 9:18 am; su jefe acaba de llegar también. Trata de evitarlo y se dirige a su escritorio para prepararse para la reunión de las 9:30 am. Toma un café, su laptop y se apresura a la reunión. Durante la reunión, se dan cuenta de que la mercancía llegó 13 minutos tarde y el transporte que lo iba a trasladar al consumidor final ya se había marchado. La reunión termina a las 12:28 pm. Su esposa lo llama y le dice que está saliendo de sus cursos; tiene que hacer algunas diligencias rápidas porque a las 2:00 pm tiene que recoger a los niños de la escuela nuevamente. El comerciante regresa a su escritorio. Al final del medio día, mira el reloj y proyecta las 2:00 pm. Se levanta y almuerza con sus colegas. Come en 30 minutos y luego llama a su amigo, quien le informa que está en el aeropuerto, ya que su vuelo sale a las 3:13 pm. Se distrae en el celular y cuando mira la hora, son las 3:32 pm. Regresa a su escritorio. Su esposa lo llama de nuevo y le comenta que está apurada porque debe dejar a los niños en sus actividades vespertinas. El hijo tiene fútbol a las 4:00 pm y la hija tiene una clase de baile a las 4:30 pm. Le pregunta si puede recogerlos a las 5:00 pm y 5:30 pm, respectivamente. Él niega la solicitud porque tiene que estar en el trabajo. En un abrir y cerrar de ojos, su computadora marca las 6:29 pm. Se levanta y se dirige a casa para dormir a los niños. Llega a las 7:04 pm, baña a los niños, les da de cenar y, cuando quieren ver televisión, ya son las 8:07 pm. Ven la televisión y luego los lleva a la cama a las 8:30 pm. Él se pone el pijama, cena a las 8:50 pm y se acuesta para ver la televisión hasta las 10:55 pm. Pone la alarma para el día siguiente y vuelve a dormirse.


¿Qué diferencia puedes apreciar en los dos relatos?


En el primer relato, donde no existe una forma detallada de medir el tiempo, el comerciante se rige y se mueve según la posición del sol. El sol es su guía para realizar sus actividades diarias. Los momentos para llevar a cabo las tareas se decidían a ojo de buen cubero y no había un horario específico; todo se hacía de acuerdo con la posición del sol. Vivían bajo la luz solar y no bajo el mando del reloj, ya que no tenían un conocimiento “preciso” de la hora.


En el segundo relato, la medición del tiempo se basa en relojes con horas y minutos, lo que conlleva a programar las actividades diarias para realizarlas en horarios específicos. Todo está planificado según un horario establecido.


¿En cuál de los dos relatos el ser humano es esclavo del Tiempo? Una vez que los seres humanos aprendimos a “medir” el tiempo con precisión, nos convertimos en sus esclavos, ya sea para bien o para mal. Desde el momento en que nos despertamos, nos sometemos a la dictadura del Tiempo: cumplimos con horarios para ir a trabajar, llevar a los niños a la escuela y realizar todas las demás actividades diarias. Vivimos bajo la obligación de realizar nuestras tareas a horas específicas.


En la época en la que el sol servía como medida, donde no había un reloj con números, las personas no tenían compromisos fijos en sus mentes. Por lo tanto, no tenían el sentido de urgencia y vivían una vida más tranquila. No experimentaban la presión de hacer actividades a horas determinadas. Probablemente tenían más tiempo para sí mismos y para sus hijos.


Hemos perdido la delicadeza de contemplar los rayos del sol a cambio de mirar constantemente el reloj. Aunque es cierto que los avances en la medición del tiempo han aportado orden y progreso a la humanidad, también nos han convertido en esclavos de la puntualidad y la programación.


¿Eso significa que vivir bajo el Tiempo es mejor? La realidad es que la mayoría de los seres humanos nos hemos convertido en prisioneros del Tiempo. Entonces, ¿cómo podemos liberarnos de esta esclavitud?


Todo esto me hace reflexionar sobre si, cuando no existía una forma precisa de medir el tiempo, las personas se centraban más en lo espiritual y en sí mismas. Dedicaban más tiempo a la familia, a las creencias y rituales que otorgaban importancia a lo celestial en lugar de estar constantemente pendientes del Tiempo. ¿Podría existir una relación entre los cambios en el comportamiento humano impulsados por el reloj y su conciencia espiritual? Para llegar a una conclusión, sería necesario realizar una investigación exhaustiva y profundizar en el tema.


La única vez que experimenté la libertad de vivir sin la dictadura del Tiempo fue en un bosque alejado de la civilización, donde no había electricidad ni contacto con el mundo exterior. Fue allí donde pude apreciar verdaderamente el sol, la naturaleza y mi propia existencia, sin tener que mirar el reloj. El Tiempo no tenía importancia; la soledad y la conexión con mi hijo y mis acompañantes eran lo único que importaba. No había compromisos preestablecidos en mi mente. En la mayoría de las sociedades modernas, vivir sin consultar el reloj parece complicado, incluso imposible. Hemos tardado miles de años en llegar al comportamiento actual.


Lo que parece posible es hacer nuestras actividades en el momento que nosotros elijamos, en lugar de hacerlas a una hora específica impuesta por la sociedad. Podemos dejar de consultar continuamente el reloj y comenzar a apreciar nuestro entorno, vivir el presente. Realizar las cosas por placer en lugar de sentirnos obligados. Centrarnos en lo que es verdaderamente eterno: nuestra alma y el "aquí y ahora", liberándonos así de las cadenas impuestas por el Tiempo.


En última instancia, la pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo preferirías vivir, bajo la luz del sol o bajo la dictadura del Tiempo?


En un capítulo futuro, exploraré más a fondo el "Poder del Ahora" como una posible vía para liberarnos de la dictadura del tiempo.



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